Estoy prendo. Él me dice que nunca se pone prendo con tan solo una botella de champaña, pero yo sí porque yo no he vivido lo que él.
Llegué allá por casualidad. Realmente no he esperado encontarme con alguien más allá de los confines del Transmilenio. Mi vida se reduce a esos viajes de ida y vuelta, realmente no hay nada más que me motiva que me dé esa obsesión por vivir.
«[Mi nombre] usted es todo raro, ha estado todo perdido», me rebira Rako al tomar prestado el teléfono de mi hermana, contestando una llamada en la que le pregunto si pudo enviar el trabajo. La perdida es mutua. La pérdida es mutua.
Me dice su dirección. Llego a ella. Lllego a su apartamento.
No ha cambiado en nada, él. O tal vez sí. Quien sabe, tiene todavía el mismo acento, pero está más gordito, luego me dice que esto es gracias a su viejo estilo de vida en el que lo vivió «todo», pero ya quemó esa etapa. Secuelas. ¿Sedentario? Si y No. El estrés de ser un adulto le da colon irritable, con gases y todo. Aja. Pero si tiene una gran vida: es autosuficiente, experimentado, ha viajado por el mundo, tiene la mejor vista de Bogotá y una novia que, al parecer, lo quiere.
Mi mente no quiere creer que una relación así sea posible: «amor» por unlado, «amor» por el otro. besos, abrazos, caricias, pucheros. Mierda, en qué punto se volvió él así. Él, con la posibilidad de tener cualquier vieja que quiera, en cualquier momento, hacer lo que se le de la gana e ir a cualquier lado, estar con quien quiera. No importa, al parecer ellos se quieren, eso es lo que importa.
No supe que decir. Estoy loco. Ac tué como un loco. Hace cuántos años no lo veo? Cinco, seis? Quién sabe. Igual, qué le voy a decir? Nadie me dio un manual de instrucciones para actuar en estas situaciones así que actúo como actúo cuando no sé como actuar. me quedo buscando alguna manera de conectar el 360 para sacarme algunos logros de juegos que no he jugado con él en años, pero que él parece no preocuparse en ayudarme a sacar. Viejos tiempos en los que nos la pasábamos en su viejo apartamento jugando xbox, mientras mi papá recibía un transplante de riñón. Él es el medio hermano que me habría gustado haber tenido si el que ya tengo jugarma mejor y fuera digno de admirar.
Qué voy a hacer? Hablar con su novia? Hablarle a Rako? Actuar como un idiota? No lo sé. Ese archivo se borró. Me quedo parado frente a la ventana comiendo toda la casrne que me aguanto y mirando, champaña barata en mano, el luminoso paisaje de la Capital. No pienso en nada. Tal vez en él y en lo raro que es todo esto. Estoy dormido? Tal vez, solo ha pasado como una hora, un nivel de Battlefield y ya tenemos que irnos a recoger la ropa de Caro.
Milena me llama para pedirme perdón por no haberme contestado ayer, yo le digo que tiene que retribuírmelo. Angélica no se deja tocar la mano y me dice que tiene novio ¿Entonces para qué quisiste verte conmigo? Quieres que te conozca, pero como tu amigo. Yo no quiero ser tu amigo. Yo no quiero amigas. Borro su número y no vuelvo a hablar con ella. Hablo con Lorena y le digo que violo mis reglas al decirle cuanto me gusta. Sí, lo hago, las rompo todas, pero eso de alguna manera no está mal para Rako y su novia. Ambos coinciden en que soy odioso y cerrado y que de esta manera no podré conseguir el amor. (Resentí que en su momento que él me dijera que si quiero conseguir novia, tengo que tener plata para poder invitarla a salir, odié que me dijera que él si quiere estar con una vieja es capaz de irle a dejar flores a la puerta. Sus palabras me hirieron, no porque me ofendieran sino porque ofenden la imagen que tenía de él una vez, sin embargo no son malintencionadas y las entiendo porque pretenden darme la lección de que un hombre auto suficiente y con dinero es un hombre perseguido por las mujeres, hipergamia: You can lose lots of money chasing women, but you’ll never lose women chasing money). El amor que ellos dos comparten: besos, tardes de película, estudiar juntos, decirse «mi amor» entre frases, acompañarse en muy malos momentos, cocinarse el uno para el otro hacerse pucheros entre sí, cogerse de las manos, abrazarse, hablar como si se conocieran de siempre…
Paco y Pedro. Dormilones tal y como Lunes, pero no biscos, son la compañía de Rako y Caro. Ellos viven juntos, me cuesta creer que él esté así con alguien. Tanto tiempo queriendo ser como él que él ya es como yo, solo que con una traga que me causa no náuseas sino confusión. Tal vez es la champaña barata y el vértigo de ver la ciudad desde el piso 19 Torr 2.
Intento que el viaje en bus sea ameno. Ya no me siento el mismo, no delante de él, nunca ha sido así. Desde chiquitos he querido su libertad como él, no ser mascota. Él tiene auto-suficiencia. Yo tengo dependencia. Siempre me lo ha criticado, desde chiquitos y hasta ahora en el momento en que vuelvo a verlo, años después.
Sigo igual. Él sigue igual, pero es un poco diferente. Yo esperaba verlo más promiscuo, tal vez más vicioso; tal vez por eso le hablé a esa rubia tetona, pensaba traerla al apartamento de Rako y compartirla con quien ha vivido todo. Pero eso se ha ido: Etapas pasadas vividas. Ahora está con Carolina. «Mi amor», se dicen entre besos y pucheros. Vida diferente. Rako diferente, tal vez más cursi porque antes solía cantar en voz alta canciones románticas con su voz gruesa, yo me reía de eso. Ahora él está viviendo esas canciones románticas que ojalá no se vuelvan despechados vallenatos.
Yo estoy más inestable porque acaso qué vida tengo. No he vivido nada de lo que él ha vivido,. sin embargo siempre quise ser como él yh hoy en que soy una versión, me critica diciéndome que estoy igual de loco que siempre. Esfuerzo en vano. Intentando cambiar para seguir igual. «Tú nunca podrás cambiar tu esencia, dice Caro y Rako confirma. De esto no se trataba, se trataba de que todos cambiábamos. ¿Para mejor? No necesariamente, sino por otra versión.
Mastico sus chicles, dulces pero me secan la boca. Así es con él. Tengo la boca tan seca que no tengo más que el silencio. Quiero. Anhelo ser diferente. Tal vez como él, pero no tan así. Ya no quiero ser como él porque él ya no es com solía ser, pero todavía es como solía ser. Galimatías que nadie entiende más que yo. Quiero decirle muchas cosas, para que me deje de mirar como un bicho raro. No me mira a los ojos como el 99% mde la gente. Hasta mi padre ya no lo hace. Acaso soy tan extraño? Can you see the real me?
Extaño estar en frente de él. Todo es tan ficti. Debían haber pasado más horas. Yo llegué allá como a las 6 y media, pero ahora son como las ocho, tiempo de salir. Recogemos el carro en donde su joven abuelo. Igualito a él. Caro recoje su ropa. Hablamos, pero no le entiendo lo que me dice, su lenguaje es extraño para mí porque él supone que yo soy el mismo Leo que estaba dispuesto a vivir la vida y aprender de sus lecciones así fueran «mala influencia», como decían.
Pero yo ya no puedo. Estoy dormido en frente del luminario paisaje. Nada me interesa realmente. Su pasión por la vida contrasta mi apatía. No sé hablarle, quiero agradarle a él y a Caro. Demostrarle que a pesar de estar «loco» sigo siendo el mismo. Él me dice que cuando quiera me pase por su apartamento, pero yo, sin una excusa no me aparezco en la vida de nadie. Es más, no puedo seguir por mucho tiempo. Se trataba de que yo mejoraría y luego volvería, aparecería, pero al parecer tendré que tomarme más tiempo para ir a la montaña a aceptar mi intermitente soledad: ermitaño, transeunte, pasajero de Transmilenio que sube a su vida personajes, pasajeras que se bajan en próximas paradas. Nada dura realmente. Nuestras infancias al frente del televisor jugando por horas Xbox cuando al otro día teníamos examen de matemáticas, ya caducaron. Él es adulto. Yo soy una excusa de adulto. Solíamos hablar de juegos, de viejas, de problemas familiares, de muchas vainas. Yo reía más, incontrolablemente, gracias a que el man es la verga, ese man es una chimba. Esta noche no sabemos conversar. Nuestra mirada es incómoda, casi, inexistente. Nuestra amistad se quedó en esos momentos.
Champaña que embriaga en pequeñas dosis. Chicles dulces que duran poco pero que secan la boca.