Extrañando Extraños

Cuando Usted escribió anónimamente ese “Te extraño” dirigido a un extraño que ninguno de los dos ya conoce, recordé sus reflexiones cortas acerca de la madurez.

Vivimos pensando que la madurez es la capacidad de resistirlo todo, de aguantar cosas, de ser invulnerables, pero no. Usted me enseñó más allá de eso que ella es “la tranquilidad en momentos como estos, es la capacidad de soltarse, de dejar ir sin arrepentimientos ni reproches.”

Por eso, cuando dice que se odia a sí misma por extrañar a ese tercero desconocido, se contradice, a pesar de incluso ser consciente de su propia contradicción: odiándose por no dejar ir, se incapacita a Usted misma de soltar y de dejar ir. Usted misma se está reprochando el no dejar ir y olvida que ese es un proceso natural del soltar. Yo no lo supe y me resistí a eso de manera egoísta, cuando claramente debí escucharla a Usted que era necesario por los dos el decir de una vez por todas un último y serio adiós, dejar de hablar definitivamente o si no no íbamos a seguir nuestra vida. No olvide las razones por las cuales no debe seguir extrañando a ese extraño. ¿Acaso por qué extraña a ese extraño? ¿Tiene sentido sentirlo?

¿Usted piensa que el sentirse mal, que el odiar la sensación de ‘extrañar’ va a llevar a cabo algún cambio significativo? ¿De qué sirve odiarse? No basta con ser conscientes de que nos hace falta algo que ya no tenemos, sea Él y/o las sensaciones que tenían juntos. No basta, toca actuar y literalmente cambiar, dejar de hacer las mismas cosas para no obtener los mismos resultados de siempre. El cambio no puede quedarse sólo en la introspección, sino pasar a la acción para no “extender abusivamente nuestra estadía”. 

Es todo lo contrario a ese “aceptar que fallamos”, que usted usa para definir la madurez. No está aceptándolo, está odiándose por eso. Se contradice a sí misma y hace lo contrario de lo que dice: no está aceptándose, en cambio que se reprende de forma cruel.

Nada de esto es algo que el autor se haya inventado así como así, sino que son comprobaciones de que en el destierro quedaron reflexiones Suyas. Ojalá sean más que meros ecos en la memoria. Ojalá. Son meros intentos de evocar las ideas y reflexiones provenientes de la Diosa que sigue hablando desde el silencio. “Léeme” era su primera regla. 

La próxima vez leerá sobre cómo La Diosa de la Discordia le enseñó a los hombres a hablar. Con las citas y lo coincidentes que se han vuelto, me convenzo de que el cuidado estudio de la ficción es la mejor manera de crecimiento fuera de la acción directa. No sólo preguntándonos su significado, sino también por las razones de por qué pensamos que tiene un significado que le atribuimos. Ojalá alcance Usted el climax y que la historia que usted cree la hace odiarse llegue a su climax.

Amor fati.

Addio. Adiós. Adieu. Ade. Adeus. Tschüs.

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