Archivo mensual: julio 2021

¿Para qué?

para nada y para todo.

para parar esta guerra de desgaste

así ya esté tan banido

lo bastante que amaste.

¿Para qué?

para encontrarle un poco de schifo sentido

a la pérdida más aplastante.

¿Para qué?

para escuchar cada mañana

el lontano canto del sinsonte

que en Manila me recuerda

la dolorosa caricia de tu venusino monte.

¿Pa’ qué seguir con toda esta mierda?

¿Pa’ qué seguirle dando más cuerda?

¿Para qué?

Sí, pa’ qué.

¿Pa qué?

No tiene senso escribir más de estas

a un alma hermana que non possum fuge

cada vez más contraparente.

¿Para qué?

es una pregunta que lacrimosa ruge,

que por azar nos miente

y con todo se va al niente.

¿Para qué?

para que precisamente aprendamos a cruzar el Puente

que de Arcoíris se extiende

hasta la fertilidad de tu Selva ardiente.

¿Para qué?

para que la herida florida de la saudade

no nos bana al insondable pèlago.

E ir embora a la tierra de las mascotas

el lugar donde resuelto está el estrago

que dejó alas de la Diosa rotas.

¿Pa’ qué?

¿Pa’ valorar tarde lo perdido en el cor dolido?

¿Pa’ quedarme sin perro que me ladre?

¿Pa’ sembrar esperanzas en la Selva madre?

¿Pa’ reavivar un fuego que ya no arde?

¡Ya pa’ qué hijue……!

Deja un comentario

Archivado bajo Verba

Ecología de la Tierra arrasada

–Milan Kundera: La lentitud, pág. 59.

Más que duda o dificultad al escribirle estas esquivas epístolas virtuales con palabras que son todo lo contrario que frías y reposadas, siento cómo la mera posibilidad de escribirle va venciendo poco a poco cada resquicio de Resistencia (Steven Pressfield, The War of Art), de aquello que nos engaña y nos aleja de nuestro verdadero llamado a nuestro propósito de vida. Si algo nos genera algún tipo de fricción, significa que por ahí es nuestro camino, por ahí es nuestro llamado. El mío me susurra con voz de gorgona y me atrae a Ella cada vez con más fuerza.

Escribirle genera en mí la paz de poder decir con parresía y anaideia las cosas que quedaron por decir durante nuestra prolongada pero precoz brevedad que, en menos tiempo que la eternidad presentida, encerró en sí más de las palabras que estos dedos sangrantes pueden contener cada noche en que Ella se expone estrecha a sedientas aguas indignas de Su sed, indignas de satisfacerse en Ella, con Ella y a través de Ella. 

Su nuda imagen, venida a la mente en todo momento, es aquella de la Musa que me evoca palabras que nunca pensé siquiera posibles de derramar. Las imágenes inmanentes que Ella me trae vencen el hambre y la sed que traigo desde que se fue. Con ellas venzo el cansancio de la larga jornada lejos de Su lecho de descanso. Después de todo, aguantamos mucho más de lo que pensamos.

Las palabras regadas en estos textos que siempre se sienten fatales, por no saberse leídos o siquiera futuramente respondidos en la vida que nos resta, salen expelidos como una vorágine incontenible que arrasa todo resquicio de dubitación. Ya no hay más que temer, si bien muchas veces lo hice y por eso la alejé, pero estoy segura de que no la perdí, así porque sí. El camino fácil ahora sería simplemente desaparecer irresponsablemente como un Íncubo noctámbulo. ¡Apague y vámonos pretendiendo que nunca nada pasó, diciéndonos addio, rindiéndonos a olvidar las lecciones aprendidas y viviendo en un eterno retorno que repite una y otra vez la procrastinada vida llevada hasta ahora!

No, nada de eso. Preciso enfrentar de una vez por todas el miedo que vengo evadiendo desde siempre y que permití me hiciese indigna del inmerecido amor que Ella me daba. No me entregué porque dejé que mi ego me controlara. En otras palabras tautológicas, mi miedo llevó a que mi ego no permitiera que me entregara, tal y como Se lo cuestionaba a menudo, en cambio, debí haberlo hecho a mí misma a tiempo. Toda proyección es una reflexión: «Es irónico como al final no se trataba de que no creyeras en mi amor, sino de que no creías en el tuyo.», me preguntó cual Tiresias. 

Dicen que los oráculos premonitorios son en realidad nuestros impulsos inconscientes y que ese es el valor de interpretar los mitos, las leyendas, la épica y la poética. Lo que parece presagiado en realidad es realizado por el propio ser, por el propio lado oscuro, de modo que entenderlo, analizarlo y hacer consciente lo inconsciente, nos permite entender nuestra irracionalidad más inmanente y a dejar de culpar al destino por lo hecho por nuestra propia mano. Contrariando mi habitual falta de introspección, esto me llevó a cuestionar acerca de cuál es esa parte de mí que considero más blanda, más vulnerable. ¿Qué es eso en mi vida que me da miedo perder? ¿Cuál es mi caparazón? ¿Qué escondo bajo mi caparazón de Cangrejo?  

Creo que desde siempre he vivido queriendo y temiendo ser verdaderamente amada, porque a pesar de vivir rodeada de amor, siempre he querido más y de la forma en que lo quiero, pero no encontraba lo que quería, sentía que es insuficiente o proveniente de quienes no quiero, porque tal vez yo misma no soy lo suficiente para tenerlo de quienes sí quiero en la cantidad y calidad que quiero, o temo no tener lo suficiente para retribuirlo. Por eso hice todo esto, lo saboteé, aún sabiendo que posiblemente sea lo máximo que pueda llegar obtener en tal corta vida, a pesar de que mi avaricia no lo haya valorado lo suficiente. «Si no lo deseo, no lo quiero», se ha vuelto un mantra heredado de mi difunta Diosa.

Como siento que lo que deseo es penoso por ser más de lo que merezco, lo callo. Me da vergüenza o miedo de perder lo poco que tengo, aunque en el fondo no lo valore. A sabiendas de que quiero más y mejor, paradójicamente no valoro lo que tengo porque lo veo fungible, pero por otro lado me aferro a lo poco que tengo, porque no hay más opción. Tampoco quiero sentir que me conformo con menos, de modo que me la paso poniéndolo a prueba, como una forma de ver qué tanto y en qué medida soy querida, porque quiero ser querida total, incondicional e irrevocablemente, así yo actúe a veces de formas cuestionables, atrevidas, irresponsables, desconsideradas, suicidas, egoístas, farsantes, canallas. Quiero ser querida y me arrogo el derecho intitulado (entitled para mí no tiene traducción satisfactoria) de sentir que me lo merezco, de que debo tener más más y mejor mejor, así no haga muchos méritos y, más temprano que tarde, termine actuando de forma contraproducente o impulsiva. Sin querer, queriendo.

Miedo maldito miedo. El ego causa la división, la separatidad, la soledad. Miedo me da esto último. Nunca he aprendido a estar sola verdaderamente; y hoy esto es lo más solitaria que he estado jamás. Tal vez por eso me ha sido siempre tan difícil descansar en las noches sola y más aún sin Ella. Más aún después de conocer lo que era el verdadero descanso, la sensación de morir en petits morts con Ella en brazos, inmóviles, sin necesidad de reacomodarnos en la cama o el sofá ni terminar dándonos las espaldas. Lamento haberlo hecho.

Con Ella encontré el verdadero descanso. Entendí tardíamente que parte de mi error fue desesperadamente intentar querer replicarlo durante su ausencia en una infructífera misión suicida que me hizo dar cuenta, tardíamente, de que no era posible, de que no hay otra agua que me sacie ni otro ser que me dé el mismo sosiego nocturno, ni que sea la cura de mis noches blancas, porque con Ella, sólo en Ella y a través de Ella había verdadera compañía en nuestras soledades ebrias mutuamente, algo que no he encontrado jamás en ninguna otra alma nocturna, tal vez únicamente en el calor pelucho del Pelucho.

Miedo me da también el llegar al equivalente humano de la condición de Carusso, y no poderme suicidar con éxito. Pasar de ser un ser henchido, felpudo, activo, feliz y jovial a reducirme a ser apenas desorientado, sordo, famélico y huesudo ente que no puede siquiera controlar sus esfínteres; que reducido a cucarronearme boca arriba en desperado frenesí ya ni me puedo parar del tapete oloroso a meados ni para irme cagar y terminarme haciendo encima, a menos que todavía pueda ladrar de clamor para que alguien que era familiar –hoy falaz de mi memoria– se apiade de mi soledad y me recoja, sin yo saber siquiera si vendrá o no porque ya no puedo oler ni oir a quien se aproxima para llevarme al garaje a hacer las necesidades que de otro modo me haría encima. Clamores tan retumbantes como los de la abuela sedienta que retumbada en una UCI repetía sepulcralmente «¡Agua, Aaagua, Aaaaaaagua, AGUA!» y las hoscas enfermeras prohibían llevársela porque supuestamente se le iba a los pulmones, pero igual a escondidas le remojaba los secos labios con papel higiénico medio húmedo, pretendiendo acallar sus agónicos clamores, cuyos ecos retiemblan en lacrimosos escalofríos aún hoy.

Miedo me da la muerte y, más que esta, es la de morir de manera indigna desintegrada en la soledad, la ceguera y la locura, como el viejo Melquiades. Con el pasar de los años he soñado que la mejor eugenesia y eutanasia sería vivir y morir de manera espartana y legionaria; viviendo y muriendo por algo o alguien; salvando alguna convicción que todavía no he llegado a tener; sosteniendo principios inamovibles e innegociables; siendo victorioso sobre enemigos que necesito, y celebrando con aguamiel en el Valhalla o en relatos biográficos. «What we do in life echoes in eternity».

Los cobardes mueren muchas veces antes de su muerte; Los valientes nunca prueban la muerte sino una sola vez. De todos los prodigios que hasta ahora oí, El más extraño me parece que los hombres teman viendo que la muerte, inevitable fin, ha de venir cuando quiera venir

— Julio César por William Shakespeare

En cambio, sería un verdadero pesadelo el que no haya un escape sino estar atrapada en un cuerpo que no funciona, que no recuerda, que no crea, que no procrea, que no disfruta, que llega a su decrépita senilidad dándose cuenta de que no ama, de que no da nada de sí más que consumo, gaste y desgaste. Un cuerpo que me encierra como una escafandra, y del cual no puede escapar siquiera mi mariposa, sin la cual ni mi imaginación ni mi memoria sirvan de líquida fuga. 

He llegado a pensar que algo que nos diferencia de otros seres es nuestra capacidad de autodestruirnos de manera voluntaria y consciente. El perder esta cualidad de autosacrificio es perder algo de nuestra humanidad. Tal vez lo que nos diferencia de los animales, no es ni la razón, ni la emoción, ni el lenguaje, ni el alma; sino que en cualquier momento de nuestra vida nos podemos inmolar con métodos diferentes a la huelga de hambre, al encallamiento, al ahogamiento o a la defenestración instintivas o autónomas, algo que en un estado de movilidad reducida sería difícil sin ayuda externa. No tenemos tampoco un propio botón de apagado que podamos presionar en la emergencia de una falla general, ni un mecanismo de autodestrucción que nos haga volar por todas y ninguna parte. Odiaría sentirme como un ronin sin espada para el seppuku, porque alguien se la embolsilló de nuestra abandonada morada, tal como afasté de mí mi hogar y mi altar, que eran Mamorro y Su Alteza, respectivamente. 

Esa ladrona fui yo al arrancarme de mis hogares y abandonarlos a sus suerte y muerte en búsqueda de un destino que me es cada vez más disipado. Ahora tendré que cargar con la culpa de hacer morir mis raíces o arrancarlas, y vagar por noches como ésta, atormentándome por recuerdos que duelen en su progresivo desvanecimiento, indiferentemente de lo asaz que intente iterarlos cual fija idea propia de una obsesa aferrada a un sempiterno momento en la desesperanzada desmemoria de la fértil floresta devastada por el fuego del ardiente odiamor.

Si algo todavía existe y vale la pena ser salvado de tal devastador conato es tal vez esto: este espacio. «Soltar no es perder, es ganar espacio». El espacio en que nos soltamos para poder encontrarnos a nosotras mismas. El espacio en que aprendemos a vernos al espejo y entender el mal que hicimos, el mal que nos hicimos. Más bien el que te hice y me hice a mí misma. El espacio de reflexión, entendimiento y resolución de la vieja duda en epístolas que no hemos escrito nunca a otro destinatario, ni siquiera a sus sendos autores, mi Ninfa del Lago Artemis Limnatis. 

Ganar espacio como el del estéril campo en que la sativa semilla milagrosamente germina frondosa después de la quema indiscriminada: donde la tierra se regenera, la vida sigue su curso y la esperanza de Manila magari reflorece en la persefónea primavera que sigue nuestro combustible invierno aroma de aguarrás. La imperdonable e inclemente naturaleza termina perdonando incluso la Violencia de nuestra Vorágine.

El espacio vacío de la rueda que gira y gira, que sigue atravesando el camino de nuestras vidas una vez caminadas y que nunca serán las mismas, dado que no descorren lo recorrido ni se arrepienten de lo vivido, por más ardua que sea la senda que descalzas transitamos ahora por nuestra cuenta.

Es el espacio entre nosotras, este espacio en que nuestra disipada atención característica del multitasking de la sociedad del rendimiento se concentra meditabundo por fin en un sólo punto, para así poder finalmente mirarnos fijamente dejamos de temer desnudarnos al mundo así sea desde esta árida y resentida distancia, porque ¿qué miedo hay de desnudarnos si ya estamos desnudas una frente a la otra, mi placentera Unicornio?

Deja un comentario

Archivado bajo Próxima Parada, Verba

Topos vs. Peces by Acid P.N.

el valor del amor se define por su aparente escasez

Moradores subterráneos ciegos

fueron entrenados

para buscarlo urgidos

hasta por debajo de las grietas más profundas

Pero si se hubiesen molestado en entender el amor

habrían aprendido

que es tan abundante como el agua


Tomado del desaparecido https://acidforfree.home.blog/2021/07/05/topos-vs-peces/

Deja un comentario

Archivado bajo Verba

Sin hacer de esto una conversación

Sin querer «hacer de esto una conversación», Ella me preguntó cómo estoy y como no quieres hacer de esto una conversación, ya que mis historias con sus detalles te aburrían a ti y a tus amigos, responderé resumidamente: estoy desarraigado sin ti.

Me respondió una vez más «Tu nos hiciste esto.» a lo que le respondí nuevamente que sé que lo hice, que cargo con ello todo el tiempo.

Me preguntó cómo estoy, ante lo cual respondí brevemente que de salud, bien. Que a pesar de bajar de peso, no dormir muy bien no sólo por causa del trasnocho del trabajo, ni volver al gym por estar acá, ni estar comiendo muy bien, no obstante no he estado más fuerte nunca de lo que estoy ahora, así que bien tal como lo muestran los resultados que le había prometido le enviaría, los cuales salieron negativos hoy, así que espero que por su lado se encuentre bien, al tiempo de que la veo bien. Mens sana in corpore sano.

El martes me alegró ver Su cabello cada vez más largo (y esta noche también). Me lo perderé nueva y definitivamente. El mío también lo está, aunque boto y boto pelo por todo lado como ya lo tiene sabido. Tanto que el mes pasado consideré donarlo o venderlo para dejar de shopliftear ocasionalmente una que otra cosa, pero nada que alcanzo todavía la largura necesaria para hacerlo, puede que sea por la misma caída. Y no me refiero solamente a la del pelo.

La pregunta «¿Como estás?», a menudo es formulada por rutina, por pura simpatía o por mero customer service sin esperar una respuesta. Nos limitamos a un predeterminado “Bien, gracias”.  Por eso es muy difícil de responder cuando es sinceramente preguntada como Ella hizo, a pesar de no querer «hacer de esto una conversación», lo que implica una respuesta sincera, como las que Le sangro por acá, sin esperar ya una contestación, ni instantánea ni retardada de parte Suya. Es Su prerrogativa siempre.

Muchas veces me temo que ya no haya réplica alguna. El corazón se me acelera de sólo considerar la posibilidad de que mi Súcubo se desvanezca definitivamente, que le cambie la URL o la elimine, como los mensajes de cariño escapado, los packs refundidos o la foto de esas manos entrelazadas que ya no son las nuestras y simplemente desaparece, sin dejar más rastro virtual de Ella, de nosotros. El rastro que apenas nos queda y que esporádicamente es testigo de lo desarraigados que estamos.

Al igual que Usted, mi hogar ya no es mi hogar, toda vez que Ella llegó a ser su sinónimo. Hogar era donde Ella estuviera, fuera el 206, el 2-301, un colchón sobre los vestigios de la cama o el curubito del Sobre de Manila. Las raíces que sembramos las corté de un tajo, justo en nuestro mejor momento. Justo antes de lanzarnos a esta Odisea, la premonitoria e intuitiva Diosa preciso me preguntó si esto nos iba a destruir. Le respondí que no, aunque al igual que Ella, presentía que sí y fui yo mismo quien precipitó nuestra destrucción. Ahora ambos nos quedamos sin una Ιθάκη a la cual regresar:

« (…) Ítaca te dio el bello viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene más que darte.

Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.

Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,

comprenderás ya qué significan las Ítacas. »

Ahora vagamos peregrinos por los que fueron nuestros hogares, nuestras ciudades. Ni siquiera me puedo quedar bebiéndome y (es)fumándome en el destartalo. Al igual que el polvo que nubla los recuerdos –como la fallida promesa del empañe de la ventana– y hace invivible el insomnio de su ausencia allá, a mis mis padres se les ocurrió mandarlo a arreglar: el lavamanos medio reparado por Camvs y nuestros demás testigos fúnebres; el inodoro con su bizcocho a medio caer; las luces cegadas por siempre en nuestra penúltima fiesta de despedida. Se nos fueron las luces, literal y figurativamente.

Y el hogar de mis padres es un hogar de paso ajeno a mi, puesto que a menudo no encuentro las cosas donde las dejé y el pelucho gris que me saludaba cada vez que llegaba ahora ni puede reconocerme, ni siquiera pudo pararse a recibirme a mi llegada, no me lame ni me regaña por haberlo dejado tanto tiempo, ya no me muerde el cuello ni se me bota a restregarse contra mi cara. Sus patas huesudas ya no le dan ni pa sostenerse parado cuando mea ese líquido sulfuroso y fluorecente que ahora hiede la alfombra y, por ende, toda la casa de un olor a orín concentrado como cuando se dejan los meados acumularse en un exámen de orina 24 horas para medir la función renal que los pacientes renales tenemos que tomar, si usted todavía lo recuerda en casa de Daga.

Tan difícil como la pregunta “¿Cómo estás?, por ser esta una pregunta por el “Ser” que continuamente respondemos con cotidiana frivolidad, me preguntaron por la importancia del cuerpo en nuestros procesos de vida. Es una cuestión que nunca me formulé verdaderamente, dado que he demostrado repetidamente no importarme mucho ese respecto, sino dejarme llevar por mis impulsos al punto de peligrar no sólo mi salud, mi vida ni mi integridad física como tampoco la de las personas que me querían, siendo necesario ahora corroborar con exámenes negativos lo que me siento, porque muchas veces no sé ni cómo me siento ni tengo las palabras para expresárselo.

No sé si le importe todavía, pero un leve indicador de mi salud son mis manos, específicamente mis uñas. A lo largo de los años, la integridad de mis uñas representaba mis demás áreas de vida. Si las preservaba de la onicofagia, como cuando estuve con Ella , a pesar de lo breve, fue el tiempo más prolongado de mi vida. La integridad de mis uñas significaba que estaba bien, sin saber definir ese bien, pero lo estaba y lo sentía. Ahora ellas volvieron a estar mordisqueadas y sangrantes, con padrastros levantados, cutículas y surcos ungueales deformados como este espíritu deformado por el propio ego que se resiste al pulso de destrucción a pesar de desear con todas sus fuerzas destruirse en Ella, sólo en Ella, en Su insondable abismo interno:

Carl Jung: Explain this analogy made between the sexes, the death instinct.

Sabina Spielrein: Professor Freud claims that the sexual drive arises from a simple urge towards pleasure. If he’s right, the question is why is this urge so often successfully repressed?

Carl Jung: You used to have a theory involving the impulse towards destruction, self destruction. Losing oneself.

Sabina Spielrein: Suppose we think of sexuality as futile, losing oneself as you say, but losing oneself in the other. In other words, destroying ones own individuality. Wouldn’t the ego in self defense automatically resist the impulse?

Carl Jung: You mean for selfish not for social reasons?

Sabina Spielrein: Yes. I’m saying that perhaps true sexuality demands the destruction of the ego.

Carl Jung: In other words, the opposite of what Freud propose

Carl Jung: In other words, the opposite of what Freud propose. (A Dangerous Method, 2011)

Otro indicador es mi peso, el cual si bien dije ha bajado considerablemente desde hace varias semanas de noches blancas previas al solsticio de verano, y luego contractuales por el trabajo que todavía no tengo y que en algún momento de ira entendible desearon que no tuviera, no me impide decir que me siento más fuerte que nunca antes, ya que he logrado records de fuerza y resistencia que pensaba imposibles, tales como ser capaz de sobrevivir dos semanas a punta de huevos, luego de sólo crispeta y luego a punta de agua y textos. También he logrado aguantar horas enteras caminando bajo el sol, la lluvia y/o las estrellas de un lado a otro a falta de pasaje de Metro, incluso antes de ir al gym. Sé que nada de esto ya le importará y son detalles que Usted y sus amigos encontrarán aburridos y superfluos. Por eso no le pido a nadie que me lea, ni siquiera con un mandamiento dorsal. Espero esto responda su pregunta.

Deja un comentario

Archivado bajo Próxima Parada

Succubus et Incubus

Un uomo abbraccia una ragazza

Dopo che aveva pianto

Poi si schiarisce la voce

E ricomincia il canto

Te voglio bene assaje

Ma tanto, tanto bene sai

È una catena ormai

Che scioglie il sangue dint’e vene sai

Un ser más sabio pero más esquivo que yo escribió una vez una parábola que podría resolver la del Puercoespín y es aquella del Topo vs el Pescado, en esta, dijo que no entendemos el valor del amor, porque pensamos que este se da por sernos escaso, cuando como Topos o como pescados en la pecera de David Foster Wallace, no vemos que estamos rodeados de él y por tanto lo profanamos por no hacer el esfuerzo de siquiera entenderlo, por más pura que fuera el agua como la purificada por el padre de Hector Abad (otra película que no nos vimos). L’amore non ci manca, noi manchiamo all’amore.

Resuelve la paradoja del puercoespín, porque implicaría que la cercanía al otro, –que muchas veces es tan dolorosa como una de sus púas, pero tan necesaria para darnos calor en noches frías como esta que empaña la ventana de nuestra destartalada residencia, aún dejando entrever mensajes cuya efimeridad es inmanente– resulta algo inevitable y que nos rodea, pero que en lugar de punzarnos cual lanceta de glucómetro por estar cerca a ella, nos ahoga por no estar conscientes ni entender que nos abriga del frío de la desoladora separatidad de una vida que cada día quema sus velas hacia la muerte:

«Desde el nacimiento hasta la muerte, de lunes a lunes, de la mañana a la noche: todas las actividades están rutinizadas y prefabricadas.

¿Cómo puede un hombre preso en esa red de actividades rutinarias recordar que es un hombre, un individuo único, al que sólo le ha sido otorgada una única oportunidad de vivir, con esperanzas y desilusiones, con dolor y temor, con el anhelo de amar y el miedo a la nada y a la separatidad?» (Fromm, E. El Arte de Amar., p. 27)

Sin poder todavía responder esas preguntas de Erich Fromm, yo habría sustituido el topo por un Cangrejo, que si bien está rodeado del agua que no ve y en el cual los Pisces nadan tan graciosamente con total libertad, el Cancro se refugia por narciso miedo en su caparazón donde resuena el canto de la ninfa Echo, el cual muda por uno más grande y duro cada vez, para crecer en su oscuridad su deliciosa y blanda carne para las empanadas sanandresanas que una vez Le mencioné, pero que nunca probamos juntos, tal como muchos placeres perdidos entre el desorden de la mudanza que nos separó. Nunca se encontrará el cuchillo sacrificial que dé fin al absurdo.

Mientras que el amor nos acerca; el odio nos separa sin importar las cercanías, tal y como dijo mejor Ortega y Gasset (1971, p. 35) en sus Estudios sobre la materia que hoy nos afasta:

«(…) Diremos pues que el amor fluye en una cálida corroboración de lo amado y el odio segrega una virulencia corrosiva.

Esta opuesta intención de ambos efectos se manifiesta en otra forma: en el amor nos sentimos unidos al objeto. ¿Qué significa esta unión? No es, por sí misma, unión física, ni siquiera proximidad. Tal vez nuestro amigo -no se olvide la amistad cuando se habla genéricamente de amor- vive lejos y no sabemos de él. Sin embargo, estamos con él en una convivencia simbólica -nuestra alma parece dilatarse fabulosamente, salvar las distancias, y esté donde esté, nos sentimos en una esencial reunión con él. Es algo de lo que se expresa cuando, en una hora difícil, decimos a alguien: Cuente usted conmigo -yo estoy a su lado-; es decir, su causa es la mía, yo me adhiero a su persona y ser. 

En cambio, el odio -a pesar de ir constantemente hacia lo odiado- nos separa del objeto, en el mismo sentido simbólico; nos mantiene a una radical distancia, abre un abismo. Amor es corazón junto a corazón: concordia; odio es discordia, disensión metafísica, absoluto no estar con lo odiado. »

Tal vez eso es lo que pasa con las aladas Diosas de la Discordia , quienes volando se fueron dejándonos su manzana dorada en la mesa de la memoria, para que el recuerdo de ellas nos genere la discordia original de no haber sido capaces de valorar Su amor, más aún en la distancia, sino solo siendo Sus peregrinos sin necesitar que Ella volviera para salvarnos lejos de la infecta perdición de nuestros egoístas impulsos en busca de noches de placeres difusos e insomnios obtusos con terceros sin mejor derecho. Eso es lo que más trasnocha: la mancanza de haber dejado el todo por la nada, remaneciendo el sendo abismo insondable que nos degrada, nos disipa, nos acaba y nos trenna uno del otro, por un lado, a la Diosa en súcubo unicornio de vanidad virtuosa los martes y miércoles; y, por el otro, al hombre de ojos de perro grisazul en íncubo peludo, en fenómeno similar al vivido por el bigotón autor del siguiente aforismo:

«El que lucha con monstruos debe tener cuidado para no resultar él un monstruo. Y si mucho miras a un abismo, el abismo concluirá por mirar dentro de ti» (Más Allá del bien y del Mal, #146)

La cama sigue vacía. Ya no espera ni sustituye lo perdido, porque el frío de estar sólos fortalece el corazón disecado al tiempo que emagrece al desaparecido esposo, paralelo al Schnauzer de mirada triste que tenía abandonado al alba de su disolución en pelos eternos, como los rosa que emergen de tanto en tanto aún en el 206: todos enredados entre la maraña de negros o en los lugares recónditos de un cajón que ya no le hace honra al nombre que tuvo una vez estuvo lleno de todo lo que nos acompañaba en nuestras jornadas de home office furtivo y feral, con voces diabéticamente empalagadoras de fondo. No se niega que igualmente ha intentado recurrir a medicamentos genéricos, dentro de los cuales sólo ha encontrado un ácido de dosis única, el cual resultó cáustico al contacto con la sábana e ilegible bajo la lupa que muy bien leyó las páginas abiertas de la Viuda, hoy rasgadas como el diario que tampoco completamos con agradecimiento por los días que pensamos serían suficientes para ser hogar y seguir con nuestros sueños. No obstante, ningún otro medicamento de efecto rápido ha vuelto a ser tomado en este lecho del hogar que una vez fue permanente y ahora es apenas de paso para los íncubos vagabundos en búsqueda de nuestra súcubo. 

Amor, ch’al cor gentil ratto s’apprende,

prese costui de la bella persona

che mi fu tolta; e ‘l modo ancor m’offende. 102

Amor, ch’a nullo amato amar perdona,

mi prese del costui piacer sì forte,

che, come vedi, ancor non m’abbandona. 105

Amor condusse noi ad una morte.

Caina attende chi a vita ci spense”.

Queste parole da lor ci fuor porte. 108

Alighieri, Divina Commedia, Inferno. V. 102-108

P.S. Sono qui. Ti aspetto. Ti voglio bene. Ti voglio vedere un’altra volta. Non posso vivere piú cosí senza di te. Ti ho fatto male, ma vivero per farte bene se me lasci. Stesso se non sei con me. Brucia dopo aver letto. Ma bruciami con il tuo amore, Mia-Dea=Madea=Medea. Non la busta.

1 comentario

Archivado bajo Amatoria, Próxima Parada, Verba

Desolazione a colazione

I did join the race

Hunting for success

Selling dreams was all I knew

For the rising stars and I did work hard

All my feelings are with you

Where I am

Where you are

Che cosa stai guardando? Il caffè di fronte.

Dicono che stia per venire l’uragano

e per partire l’amante.

Sono nella vuota квартира,

e scrivo con tutto che mi rimangono.

Cosi la vita gira.

Va come va! La polvere già spechiava.

Mi riesce difficile tenere gli occhi aperti.

Il nostro letto ci ancora aspettava.

Ho la bocca piena di ovatta.

Dopo che ti ho scritto per rivederti

e ho restituito quello che potevo.

Posso fare qualcosa per te, Madea?

Darti un po di sollievo.

Ma non c’e nient’altro da fare.

Nessun dorma, o, ragazza del mare

Requiescat in pace

Il tuo, Liber.

Vincerò.

1 comentario

Archivado bajo Próxima Parada, Rosetta, Verba