¡Rompe la pecera de urgencia, Amador!: Una pequeña comparación entre DFW y Savater

Me parece innecesario que para contrariar el cliché generalizado de que un “título en artes liberales no es tanto para llenarles la cabeza con conocimiento, sino para ‘enseñarles a pensar’”,  en el discurso This is Water, David Foster Wallace (en adelante DFW) tenga que halagar a los graduandos de Kenyon College diciéndoles que el que ya los hayan admitido a una universidad así de buena, parece ser prueba de que ya saben cómo pensar. Primero, si supieran pensar, habrían elegido endeudarse o endeudar a sus padres en otra carrera menos inútil que las “artes liberales” o lo que sea que signifique eso. Segundo, porque el mérito de “saber pensar” no se prueba por la admisión a una universidad “así de buena”, cuando son muchos otros los factores que, juntos o separados, tienen más peso que incluso el mismo mérito: la capacidad económica de los patrocinadores, las recomendaciones, el clientelismo, los sobornos y las acciones afirmativas.

A pesar de esta presunción errónea sobre las artes liberales –sobre la que descaradamente me hice el loco por varios años de universidad y hoy asumo sus secuelas–, DFW nos presenta una invitación a pensar más allá del monólogo automático e incesante de nuestras propias cabezas; más allá de un discurso que nos dice que somos el centro del universo, hasta el punto que nos comemos el cuento y seguimos nuestra vida rutinaria con base en esta asunción errónea limitante de nuestra libertad de pensar y, por tanto, nos previene (prevenimos) de actuar de otras maneras diferentes a nuestra programación “de fábrica” (par default).

En este punto DFW coincide con Fernando Savater, autor de Ética para Amador y Ética de Urgencia. El primero dice que aprender a pensar “realmente significa aprender cómo ejercer un control sobre cómo y qué piensas. Significa estar lo suficientemente consciente para escoger a qué le pones atención y cómo construyes el significado de la experiencia”[1] (Foster Wallace, 2005); y el segundo nos propone que para tener una buena vida es preciso reflexionar sobre nuestras acciones y sus motivos, puesto que nuestra vida es limitada y no somos omnipotentes de hacerlo todo o de ponerle atención a todo: “La libertad de elección y la vulnerabilidad son las bases de la ética”(Savater, 2012).

Con su parábola de la pecera y la situación del supermercado en hora pico, DFW ilustra en palabras simples cómo el sesgo de confirmación (confirmation bias) (McRaney, 2010) de nuestras propias preposiciones se suma a un sesgo egocéntrico que hace que todas nuestras observaciones de la realidad estén sesgadas a verlas desde un punto de vista que nos ubica en el centro de nuestras experiencias de la misma realidad y todo lo que experimentamos sea siempre una confirmación de esta falaz presuposición. Somos como peces en el agua que no podemos ver el agua en la que nadamos.

Para salir de esta “pecera mental” en la que nadamos DFW propone observar la situación rutinaria e impaciente de las filas de supermercado o del tráfico en hora pico con otros ojos que puede que consideren que otros pueden estar pasando por situaciones similares o peores a las nuestras, que no ayuden en mucho a su disposición con nosotros[2]: “si estás automáticamente seguro de que sabes lo que la realidad es y estás operando en tu configuración de fábrica, entonces tú, como yo, probablemente no considerarás posibilidades que no serán ”. Por su parte, Fernando Savater dice algo similar: “«Miramientos» es una palabra española muy significativa, que expresa muy bien la disposición ética. Presupone que vamos a mirar a los otros, que vamos a fijarnos en cómo son y qué necesitan.” (Savater, 2012, p. 25).

En ambos casos, a pesar de cuán determinados nos encontremos por las circunstancias que nos tocaron al nacer –nuestro código postal, nombre feo, color de epidermis, etc.–, esta disposición mental permite que siempre tengamos la opción de hacer y pensar las cosas de manera diferente, ya sea desde el punto de vista de los demás o de tomar decisiones dentro del rango de posibilidades que se nos presentan, porque la pecera en la que vivimos es solamente mental y no tenemos que movernos siempre como autómatas de carne. Esa es la verdad con V mayúscula para DFW “es que tú consigues decidir cómo vas a ver”[3]. Asimismo, Savater nos recuerda la sentencia condenatoria de Sartre para dictaminar “que no somos libres de no ser libres”(Savater, 1991 p. 66).

Bibliografía

Foster Wallace, D. (2005). This is Water. Recuperado el 27 de agosto de 2019, a partir de https://fs.blog/2012/04/david-foster-wallace-this-is-water/

McRaney, D. (2010). Confirmation Bias – You Are Not So Smart. Recuperado el 27 de agosto de 2019, a partir de https://youarenotsosmart.com/2010/06/23/confirmation-bias/

Savater, F. (1991). Ética para Amador (Segunda Ed). Barcelona: Ariel.

Savater, F. (2012). Ética de Urgencia. Editorial Planeta, SA. Recuperado a partir de https://docs.google.com/file/d/0B6l5-ny7Km7SOWxoa1

[1] “(…) learning how to think really means learning how to exercise some control over how and what you think. It means being conscious and aware enough to choose what you pay attention to and to choose how you construct meaning from experience.”

[2] “If you’re automatically sure that you know what reality is, and you are operating on your default setting, then you, like me, probably won’t consider possibilities that aren’t annoying and miserable. But if you really learn how to pay attention, then you will know there are other options. It will actually be within your power to experience a crowded, hot, slow, consumer-hell type situation as not only meaningful, but sacred, on fire with the same force that made the stars: love, fellowship, the mystical oneness of all things deep down.”

[3] “The only thing that’s capital-T True is that you get to decide how you’re gonna try to see it.”

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