Resumen. | Abstract. |
Si el patriarcado es un mito, luego entonces el feminismo no tiene sentido. | If the patriarchy is a myth, then feminism has no sense. |
Palabras Clave: Feminismo, Antifeminismo, Patriarcado, Igualdad | Keywords: Feminism, Masculinism, Equality, Masculinism, Patriarchy |
“Si la civilización hubiera quedado en manos de las mujeres, seguiríamos viviendo en chozas” (Paglia, 2006, pág. 77)
‘Dominación masculina’, ‘Machismo’ y ‘Patriarcado’ son las tres formas con las cuales los feministas denominan a un sistema de cosas que siendo omnipresente, omnisapiente y omnipotente beneficia a todos los hombres a costa de todas las mujeres. Si se toma esto como cierto, significaría entonces que el movimiento feminista, hace parte del ‘poder masculino’ y existe en él. El feminismo sería así una creación del ‘patriarcado’.
Ya que los feministas como McKinnon consideran al “género un constructo social”, es posible decir que “el patriarcado es un constructo” feminista. McKinnon nunca en su texto prueba la existencia del ‘Patriarcado’, simplemente se refiere a los efectos que la división sexual ejerce sobre las mujeres, como si éstas beneficiaran completamente a los hombres como grupo, como ‘Patriarcado’, cuando los hombres también cargan con obligaciones y desventajas que favorecen a los feministas como grupo. Este es el caso de la caballerosidad y todas esas cualidades varoniles que Esther Vilar (1973) denunció como útiles a las mujeres que ponen sus vaginas en contraprestación a los servicios recibidos por parte de los “opresores hombres”. Si hubiera un patriarcado, los hombres no tendrían que hacer tanto para acceder al sexo femenino, simplemente tendrían que tomarlo y la ficción de la ‘Cultura de la Violación’, que tanto repiten los feministas en los medios, sería una realidad.
Para los feministas, como Millet, el patriarcado es un “sistema que favorece a unos a costa de otros”. Esta división de poder es injusta para el feminismo que supone que los hombres y mujeres son iguales, excepto en sus órganos reproductivos y que el “género no es más que un constructo social”, repitiendo la fórmula boasiana sobre las razas. Sin embargo la división de poder que los feministas atribuyen favorece al género masculino, está basada en diferencias de funciones que son de carácter biológico. La trivialización de estas diferencias por McKinnon pretende construir una relación de jerarquía entre los géneros, cuando en realidad hay una división de funciones como la que se ve en la división del trabajo sexual que se encuentra en el seno de las relaciones privadas de la familia[1], una institución que los feministas consideran opresiva de las mujeres. ¿Si las mujeres son iguales a los hombres en funciones y aptitudes, por qué son oprimidas por el patriarcado?
Responder esta pregunta y aceptar el feminismo como premisa con la cual se observa el mundo de las relaciones caería en el laberinto de tener que aceptar lo inaceptable: que el patriarcado reduce a las mujeres a una posición en la cual no pueden valerse por sí mismas, una posición de sumisión completa en la que su autonomía es negada completamente y en la cual toda liberación ocurre dentro de ese mismo sistema.
No obstante este problema de agencia no es real. Su ficción existe solo en las mentes de feministas que aceptan como axioma la existencia del patriarcado, con el cual fundamentan una ideología construida en bases falsas, sin las cuales perdería todo sentido. Ideas falsas como el mito de la brecha salarial (Wage Gap Myth[2]) que sostiene que los capitalistas prefieren pagarle más a un hombre que a una mujer por el mismo trabajo, cuando podrían ahorrarse costos extras contratando solo mujeres. Si el patriarcado no existe, luego entonces la liberación femenina no es más que un fraude[3]. Al menos, no tendría sentido afirmar que la sociedad occidental moderna es un patriarcado dado que esta teoría, según Christina Hoff Sommers, es falsa[4].
Es con base en esta falsa teoría del poder masculino[5] que feministas como McKinnon han logrado introducir una construcción feminista de derecho, no como teoría jurídica, sino como ideología política que se ha vuelto parte de una concepción liberal del Estado occidental en el que un Estado no es democrático si no es feminista. Por esta razón se han promulgado leyes, enmiendas constitucionales y jurisprudencia que toma las premisas feministas y que ayudado por el welfare state, ha hecho una especie de ‘redistribución social’ de la propiedad y del trabajo de los ‘opresores’[6] hombres, los principales contribuyentes, en favor de las mujeres, las principales beneficiarias de cuotas, programas del gobierno, acciones afirmativas, subsidios y demás políticas públicas de las que son beneficiarias por el hecho de serlo.
Todas estas políticas feministas le han dado tal ventaja a las mujeres que en años recientes han salido manifestaciones victoriosas declarando públicamente “el declive de los hombres” y el “final de los hombres”. Manifestaciones que si fueran hechas por un hombre sobre las mujeres, serían consideradas machistas por los mismos feministas, como Hannah Rosin[7], que hacen estas declaraciones públicas de victoria de las víctimas del patriarcado sobre los beneficiarios del sistema patriarcal. ¿Un patriarcado permitiría esto?
Esta es la ‘disonancia cognitiva’ a la que se nos ha sometido como sociedad. Una teoría del derecho feminista que solo escucha a un género a costa del otro no es culpa de los feministas, sino de los hombres que no han manifestado sus intereses ni sus problemas como grupo contra un sistema no-patriarcal que los invisibiliza en favor de las mujeres como clase, tomando prestados términos feministas. Tal vez esta es la fea verdad del feminismo: “el feminismo nunca se trató de igualdad para los géneros, sino de tratamientos especiales para las mujeres” (Buchanan, 2012, pág. 2).
Ante esta fea verdad feminista, se hace imperativo oponer una teoría antifeminista del derecho que efectivamente busque un diálogo entre todas las partes y todos los géneros para alcanzar una verdadera igualdad y no unos privilegios para un sexo, a costa del otro. Creo esto posible cuando la burbuja de la misandria[8] estalle después de que el paradigma feminista pierda la fuerza que le queda después de los ataques teóricos y políticos que ha venido recibiendo en los últimos años por parte de los Movimientos Masculinistas (MRM), Antifeministas, MGTOW, la Manosphere y demás corrientes ideológicas que atacan las premisas falsas del feminismo y de otras falsedades de lo ‘políticamente correcto’ que tienen tomados los medios, la academia y la política.
Bibliografía:
Bax, B. (s.f.). El Fraude del Feminismo. Obtenido de https://es.scribd.com/doc/197835757/El-fraude-del-feminismo-Ernest-Belfort-Bax-pdf
Buchanan, M. (2012). Feminism: The Ugly Truth. London: LPS Publishing.
Donovan, J. (2012). The Way of Men. Milwakie: Dissonant-Hum.
Donovan, J. (s.f.). No es tierra de Hombres. Obtenido de https://transmillenium.wordpress.com/2013/01/13/i-no-es-tierra-de-hombres-no-mans-land/
Farrell, W. (2005). Why Men Earn More. Obtenido de https://zhenles.files.wordpress.com/2013/03/farrell-why-men-earn-more-the-startling-truth-behind-the-pay-gap-and-what-women-can-do-about-it.pdf
Hoff Sommers, C. (1994). Who Stole Feminism? New York: Simon & Schuster.
McKinnon, C. (2006). Feminismo, Marxismo, Método y Estado: Hacia una Teoría del Derecho Feminista. En M. García Villegas, I. Jaramillo Sierra, & E. Restrepo Saldarriaga, Crítica jurídica : teoría y sociología jurídica en los Estados Unidos. Bogotá: Uniandes.
McKinnon, C. (2006). Feminismo, Marxismo, Método y Estado: Una agenda para la teoría. En M. García Villegas, I. Jaramillo Sierra, & E. Restrepo Saldarriaga, Crítica jurídica : teoría y sociología jurídica en los Estados Unidos. Bogotá: Uniandes.
Paglia, C. (2006). Sexual Personae. Madrid: Valdemar.
Pizzey, E., Shackleton, J., & Urwin, P. (2000). Women or Men – Who are the Victims. Obtenido de http://www.civitas.org.uk/pdf/cs09.pdf
Vilar, E. (s.f.). El Varón Domado. Obtenido de http://es.wikimannia.org/images/Esther-Vilar_El-Varon-Domado.pdf
[1] “The personal is political” es un slogan con el cual el feminismo justifica la intervención del aparato estatal en las relaciones privadas entre hombres y mujeres.
[2] “Many other studies have controlled for a number of variables and still found women earn a little less than men. Why? In part, because only a few studies control for whether one is working in a public or private arena; exact number of hours worked; years both in the subfield and on the job; or advanced training in the subfield. But most important, no study that I know of controls for even close to all 25 factors (…)I do believe, though, that when we fully weigh the 25 trade-offs men are more likely to make in the workplace, with income implications calculated and overlapping subtracted, five things will be clear: ■ Women now make more money than men for the same work; ■ Many other women make the same money men make for fewer sacrifices (e.g., in the armed services); ■ Many unskilled women have jobs rarely made available to men (e.g., cocktail waiter; receptionist; housekeeper in a hotel; restaurant host; salesperson of women’s—and often men’s— clothing); Many skilled women have careers in which it is much more difficult for equally qualified men to find employment (e.g., dental hygienists; nurses; massage therapists; family law attorneys; gender studies teachers; nursery and first and second grade school teachers; domestic violence social workers); ■ Some women professional athletes can make a living for achieving at a level not afforded to a man achieving at that same level (e.g., tennis, basketball, golf). It is not necessarily desirable to change all these inequities, but it is disingenuous to cry victim without acknowledging any of them.” (Farrell, 2005, pág. 220)
[3] El Fraude del Feminismo por Ernest Belfort Bax https://es.scribd.com/doc/197835757/El-fraude-del-feminismo-Ernest-Belfort-Bax-pdf
[4] “Statistics and studies on such provocative subjects as eating disorders, rape, battery, and wage differentials are used to underscore the plight of women in the oppressive gender system and to help recruit adherents to the gender feminist cause. But if the figures are not true, they almost never serve the interests of the victimized women they concern.” (Hoff Sommers, 1994, pág. 188)
[5] The Myth of Male Power es un libro escrito por un exfeminista, Warren Farrell, exlíder del National Organization of Women. Este autor ha visto sus conferencias saboteadas en varias ocasiones por feministas en los Estados Unidos que se niegan a que presente sus argumentos en contra de los dogmas aceptados del feminismo.
«It would be hard to find a single example in history in which a group that cast more than 50 percent of the vote got away with calling itself the victim… Women are the only «oppressed» group to share the same parents as the «oppressor»; to be born into the middle class and upper class as frequently as the «oppressor»; to own more of the culture’s luxury items than the «oppressor»…» Tomada de http://www.warrenfarrell.org/styled-2/summary.html
[6] “I find that men will not help each other the way women do. Men have had thousands of years of conditioning that enables them to work together very successfully, but when it comes to organising the same sort of help over their personal lives, they fall apart. I saw this happen when I tried to open a men’s refuge almost immediately after I bought the main Chiswick building for the women’s refuge. I had seen sufficient men who were horribly abused and needed somewhere to go. What offended me was that even though the Greater London Council was willing to give me an excellent building in North London, I could not get one single fund-raiser to help me raise money for the men. Now we do have men’s groups running in most countries, but as yet they have no funding, when millions of pounds are given to the women’s refuges, some of which abuse the money they are given.” (Pizzey, Shackleton, & Urwin, 2000, pág. 34)
[7] “En 2010, Hanna Rosin declaró en The Atlantic que tal vez sea “El Fin de los Hombres” (The End of Men) y preguntó si la sociedad postindustrial moderna era simplemente más adecuada para las mujeres. Rosin escribió que por cada dos hombres que obtienen un título profesional, tres mujeres obtendrán uno; y que en las quince categorías laborales proyectadas para crecer en los Estados Unidos, todas menos dos estaban ya dominadas por mujeres. Ella caviló que “la economía estadounidense en cierto modo se está convirtiendo en una especie de sororidad: mujeres de clase alta dejan el hogar y entran en la fuerza de trabajo, creando trabajos domésticos para que los llenen otras mujeres.” Incluso las mujeres de clase trabajadora parecen estar haciendo el mismo show en casa, a medida que más padres están ausentes o son simplemente irrelevantes –despojados de autoridad en asuntos del hogar por no estar ganando lo mismo que sus esposas o “compañeras”. Y, por la primera vez en la historia, las parejas alrededor del mundo –incluso en la que una vez fue la estricta y patriarcal Corea del Sur—están esperando más a menudo tener niñas bebés” Tomado de Donovan, Jack. No es tierra de hombres. Documento
[8] La Burbuja de la Misandria (Traducción) https://transmillenium.wordpress.com/2012/02/10/la-burbuja-de-la-misandria-traduccion/